29 ago 2011

¿Cómo fue que llegamos hasta aquí?

Si algo nos han enseñado las películas es que siempre hay un villano, que al final recibe su merecido provocando la felicidad automática para el resto de los personajes. En Tamaulipas, en Nuevo León, en Guerrero, en Michoacán, en todo México es tentador pensar que "antes todo estaba bien" y culpar a una sola persona de todas nuestras desgracias, buscar al villano.

Pero lo que hoy estamos viviendo los mexicanos no empezó ayer, ni hace dos años, ni hace seis. No surgió espontáneamente, no se levantaron una mañana cientos de personas decidiendo que querían dedicarse a matar. Lo que hoy nos explota en las manos es una bomba que se fue armando a lo largo de muchos años; sus componentes los puso el crimen organizado, sí, pero también los malos políticos, los apáticos ciudadanos, los trabajadores mediocres, los abusivos patrones, el silencio común "para no meterme en problemas", etc.

Esta bomba se armó con la ausencia de valores, de los que prefieren "vivir intensamente y morir jóvenes" a trabajar durante años ganando una miseria, como sus padres. Una red de complicidades se tejió por décadas: el político que aceptó dinero sucio en su campaña a cambio de proteger al criminal, el funcionario aduanal que se llevó su porcentaje, el ciudadano que daba mordida para evitar el trámite engorroso, el abogado, el juez. También los padres que dejaron que la televisión educara a sus hijos, que por pereza prefirieron no preguntar de dónde obtenían dinero, porque eso les permitía tener un "buen carrito" … y la lista podría seguir.

Pero un día los que se escondían decidieron salir y pelear, amparados en la histórica impunidad mexicana. Es tanta su ambición que no les importó llevarse de por medio a sus propios paisanos, a sus vecinos, a su gente. Hoy libramos una pelea con nuestros propios errores, con nuestro silencio cómplice.

Cambios, ajustes, en la "estrategia" son necesarios, cierto, porque cada mal llamado daño colateral tiene nombre, y familia. No es justo vivir en el terror de morir por una bala -amiga o enemiga-. Pero no podemos parar, la situación nos ha rebasado, no hay forma de echar marcha atrás. La solución fácil no existe.

Tal vez tú y yo no contribuimos a armar esta bomba, pero hoy la tenemos en las manos.  Ahora nos toca preguntarnos ¿qué vamos a hacer con ella?

P.D. No soy analista política, ni historiadora, mucho menos experta en temas de seguridad. Esta es la opinión de una ciudadana mexicana que creció en uno de los estados más afectados por la violencia: Tamaulipas y que espera vivir para ver un México renovado.

31 may 2011

La alegría de lo simple

Hace años, en un viaje por Chiapas me hice amiga de un joven húngaro. Nuestro último día en Palenque lo dedicamos a relajarnos en la orilla del río. Mientras estábamos allí llegó una familia, los padres y dos hijos que de inmediato entraron al agua y comenzaron a nadar. En un determinado momento el niño salió y tomó una botella de refresco vacía que le arrojó a su hermana, al juego se unieron los padres y así se divertían: lanzando una botella de PET.

Recuerdo el rostro de mi amigo, fascinado por el hecho de que la familia entera obtuviera tanta diversión de un objeto tan simple. A mí no me resultó extraño, creo que para el mexicano en general no es difícil encontrar la alegría en las cosas sencillas. Y aunque seguramente muchos encuentren un aspecto negativo en esta característica, hoy pienso en ello como algo positivo.

Ir de compras al supermercado, cenar unos deliciosos tacos, la visita de un amigo, ver el futbol con una cerveza en la mano, una noche de luna llena, disfrutar de nuestro programa favorito de televisión... a pesar de la cantidad impresionante de productos en venta, del avance de la tecnología, del ritmo de vida que nos ha sido impuesto, estoy segura de que los mexicanos no hemos perdido todavía la capacidad de disfrutar de esos simples placeres.

Y es que, si lo pensamos detenidamente, nuestra vida es una cadena de simplicidades. Si aprendemos a disfrutar de la sutil belleza de lo sencillo habremos dado un paso adelante hacia la verdadera felicidad.



7 may 2011

¿Cómo se vive en Tamaulipas?

Es una pregunta constante que hacen muchos vía twitter y otras redes sociales, mexicanos que han vivido toda su vida en el D.F. u otros estados lejos del norte del país. 

¿Es cierto que hay inseguridad? ¿qué pasa con las balaceras?

Sí, hay inseguridad. Pero es curioso, no es esa inseguridad de olvidar poner el seguro a la puerta y temer por ser asaltado. No es (todavía) el miedo de ir al cajero automático y que alguien armado con una navaja te quite tu dinero. 

Es como lo que pasó hoy, hace apenas unas horas. Salimos de casa a mediodía, comimos delicioso en la playa, pasamos al supermercado y al venir de regreso encontramos la carretera cerrada por el ejército, resguardando una camioneta chocada; acaba de pasar, sin duda, los conductores nerviosos se desvían, invaden el carril contrario... primero observamos la escena, analizamos qué ruta alterna tomar y lo hacemos, después avanzamos por callecitas dando gracias a Dios por no haber pasado unos minutos antes por ese lugar.

Reviso Twitter y veo que hubo al menos 3 eventos similares en Tampico-Madero, al parecer murieron civiles inocentes, se habla incluso de un niño. Y piensas... es cuestión de qué... ¿azar, suerte, destino? No salí a las 4 a.m., no soy criminal ni conozco a ninguno que lo sea, es un sábado en la tarde y todos los llamados "eventos" se desarrollaron en tal vez poco más de una hora. No es que las balas vuelen por toda la ciudad, no es que se persigan "buenos y malos" día y noche por las calles.

Mi sobrinito de 4 años, al que hace 2 días no dejaron salir al recreo porque "había balacera", le dijo a mi mamá "tía, cuando veas soldados, agáchate". No le queremos entregar nuestras vidas al miedo, no queremos dejar de ir al cine, de compras, de paseo. Pero en la mente da vueltas ese pensamiento ¿en qué momento me tocará a mí "agacharme"? 

Así, así es como se vive en Tamaulipas.

25 mar 2011

El México luminoso y el México rojo

Todo es calma y tranquilidad. La bamba suena en el fondo mientras desayuno en un acogedor restaurante  y observo pasar a los turistas: sonrientes, felices, tostados por el implacable sol que brilla en lo alto.


Los extranjeros disfrutan, compran, comen, beben... el inglés parece ser el idioma oficial; los mexicanos les hacen plática para venderles algo, todo es amabilidad, cordialidad. Este es el México luminoso. El que parece tan lejano al otro: el de los asesinatos, el de la sangre, el de las balas y los "daños colaterales". 


¿Violencia? ¿Cuál violencia?
Y yo, que vengo de aquel México no sé cómo sentirme. Disfruto este rincón del país en el que todo es dicha, pero  no puedo evitar sentirme ajena a sus sonrisas. Yo tengo muy presentes a los muertos, a los inocentes que no disfrutan más del sol porque murieron por una bala -amiga o enemiga- ¿Quién, en medio del paraíso puede creer que exista tanto mal? ¿Tengo el derecho a decirles que no todos en el país son felices? ¿qué es lo que siento ante esta aparente paz? ¿envidia? ¿nostalgia?


No sé si mis preguntas encuentren respuesta, pero sí entendí porqué tantos mexicanos, no hablemos de los extranjeros, aún ven la violencia como algo lejano. Piensan que "es psicosis, la gente exagera", que "las cosas no están tan mal", que "no hagan tanto escándalo, nos da mala imagen"... y, aunque me alegra que sientan la violencia como algo lejano, veo cómo el círculo se cierra cada vez más ¿Habrá un lugar seguro mañana?


En el fondo de mi corazón deseo que sigan así, que nunca sepan lo que es vivir con miedo -medio vivir-. Espero que no sufran el México rojo y me pregunto ¿cuándo podremos todos experimentar este México luminoso?

(Escrito el sábado 19 de marzo en la 5a. Avenida, Playa del Carmen, Quintana Roo, México)

26 feb 2011

Lo que NO extrañaré de Victoria, Tamaulipas

Tampoco extrañaré esta odiosa banqueta

El transporte público. Rutas indescifrables -tomas un microbús de ida que ni de chiste te deja en el mismo lugar de regreso-, las unidades está en pésimas condiciones y además es carísimo (6 pesos así vayas a 2 cuadras o a 10 km.). La mayoría de las rutas dejan de pasar muy temprano, al menos 3 veces me fui caminando a casa de mis amigos porque ya no alcancé microbús a las ¡9 de la noche! Ah y los taxis te cobran como si fueran limosinas, excepto por una línea de la que fui cliente frecuente los últimos meses porque tenían tarifas más 'aceptables'.

En resumen debo decir que una ciudad que te hace NECESITAR un automóvil no es una ciudad amable ni funcional para sus ciudadanos.

Los horarios burocráticos. La ciudad gira en torno de la vida burocrática, casi todos trabajan en -o para- gobierno del estado, gobierno federal y sus dependencias. Muchos salen a las 4 o 6 de la tarde. Yo trabajaba en el sector privado, lo que significaba salir después de las 7 de la noche y tenía que correr porque los negocios cierran a las 8. Actualmente hay más comercios cerrando tarde, pero son la excepción.

Las opciones escasas. ¿De qué? Pues de casi todo: diversión, cultura, entretenimiento, incluso comida. Para mí, que trabajaba en la zona centro, era un suplicio pensar qué comer, muy pocos lugares tienen servicio a domicilio y las opciones cercanas eran escasas. Librerías hay ¿dos? o tal vez tres. Tampoco había tiendas departamentales, la primera llegó unas semanas antes de que yo dejara la ciudad, lo que me parece increíble, ya que esa misma tienda existe en Tampico desde mediados de los años 80. No se le ha dado la importancia comercial necesaria a la capital del estado aunque parece que muy lentamente llegan más opciones. 

Todos se conocen. En mi post anterior dije que este era un punto a favor pero también en contra. Un amigo dice que no hay manera de presentar a gente "nueva" porque apenas se ven, dicen "claro, yo estudié contigo" o "eres el primo del hermano de fulanito". Casi todas las personas de la misma generación están conectadas de algún modo. Y a veces eso puede ser abrumador, encontrarte todo el tiempo a alguien conocido, vayas donde vayas. Siempre tuve la duda de cómo harán para tener una aventura extramarital y no ser descubiertos, yo estoy casi segura de que no hay forma de "portarse mal" sin que te cachen.

El clima. En invierno el frío se cuela hasta los huesos, los "nortes" son comunes e intensos, las tormentas llegan sin aviso y con violencia. Aunque hay una temporada de días soleados y frescos muy agradables, la mayor parte del año hace un calor que hace desesperar al más valiente. Imaginen un día de mayo con sol intenso y 42º centígrados a la sombra, sin viento. El aire acondicionado es una necesidad, no un lujo, yo tenía que encenderlo al máximo y además ponerle enfrente un ventilador para lograr refrescar apenas mi recámara.

Ciudad Victoria es un gran capítulo es mi historia personal y espero, de corazón, que la tranquilidad que la ha caracterizado vuelva pronto a la capital y al resto del estado de Tamaulipas.

16 feb 2011

Lo que extrañaré de Victoria, Tamaulipas (parte 2)

Haciendo rappel con los scouts

Mi grupo scout. Antes de Victoria lo que sabía de los scouts era lo que las caricaturas y películas te dicen. Un buen amigo y dedicado scout me guió hasta ellos y me uní al grupo para apoyarlos. Me sentí en casa, porque la filosofía scout reúne características con las que me identifiqué de inmediato: enseñanza de valores, amor a la naturaleza, ser competente y respetuoso, espíritu de servicio y ¡mucho juego! Es una increíble oportunidad de ser adulto pero divertirte como niño. Aunque es un movimiento mundial, sin duda extrañaré al grupo 2 Victoria, donde comencé mi vida scout y fui jefa de la comunidad de caminantes, chavos de entre 14 y 18 años a los que deseo el mejor de los presentes y un gran futuro.

La tranquilidad. A pesar de la inseguridad que se vive en México y muy especialmente en el estado de Tamaulipas, Victoria es una ciudad tranquila. Se podía caminar hasta altas horas de la noche sin miedo a ser asaltado. Me sorprendía ver automóviles estacionados con las ventanillas abiertas, las puertas sin seguro. Sé que, por desgracia, todo eso está cambiando pero yo disfruté mi estancia en la ciudad sin sobresaltos.

Todo está cerca. Sé que en ningún otro lugar tendré la ventaja que disfruté allí: caminar todos los días a mi trabajo. Nunca viví a más de 7 cuadras de la oficina. ¿Embotellamientos? Desconocidos. Puedes atravesar la ciudad en menos de media hora (si te toca tráfico). Era agradable salir 10 minutos antes de la hora en que tenía un compromiso y saber que llegaría a tiempo.

Todos se conocen. Son familia, ex compañeros de clase, compañeros de trabajo y todos se relacionan de alguna manera. Aunque esto tiene un lado negativo que describiré en otro post, su parte buena es que casi siempre tienes a alguien que te apoye cuando lo necesites. Lo viví en carne propia cuando tuvieron que operarme de emergencia por una apendicitis y resultó que en ese momento un compañero scout estaba de guardia en el hospital, así que entró a la sala de operaciones conmigo. Como ese hay muchos ejemplos, porque hay una gran cadena de relaciones en la ciudad.

Balsas scouts en "El Salto del Tigre"
El Salto del Tigre. No, su nombre no tiene significados ocultos. A sólo unos minutos de la ciudad se encuentra este río claro, frío, corriendo por un cañón entre enormes árboles llamados sabinos, con los gritos de los periquitos que anidan en sus ramas. Ninguna frase describe con justicia este magnífico sitio que me ayudó a desconectarme del mundo y conectarme con la naturaleza cada vez que lo visité. Creo que los victorenses tendrían que valorarlo mucho más y sobre todo respetarlo y cuidarlo.

Este es el fin de la segunda parte y ¿qué dijeron? ¿Victoria sólo tiene cosas buenas? No, también hay muchas cosas que no extrañaré y se las contaré en los próximos posts.

1 feb 2011

Lo que extrañaré de Victoria, Tamaulipas (Parte 1)

Un día, mi trabajo en una agencia de publicidad me llevó a mudarme de la ciudad de Tampico, Tamaulipas a la capital del estado: Ciudad Victoria. Después de 6 años de trabajar y vivir allí, decidí hacer un cambio en mi vida que implicó renunciar a mi empleo y, por consecuencia, despedirme de esta ciudad. Como una manera de decir "adiós" definitivamente a esta parte de mi historia personal, decidí compartir las cosas que extrañaré de Victoria y también las que NO echaré de menos. Por lo pronto, aquí va la primera parte de lo que sí extrañaré:

Vista de la Sierra Madre Oriental
desde mi puerta.
La Sierra Madre Oriental. Allí estaba, detrás de mi puerta cada mañana, al salir de mi departamento. No hacía falta ir más lejos para disfrutar de la montaña, sentirla cerca y vigilante. La vi vestir un color verde vibrante, un rojo desértico en tiempos de sequía e incluso un poco de escarcha en la época invernal. Bella e imponente.

Los amigos. Mis años en Victoria me regalaron grandes amigos. Con muchos de ellos compartí satisfacciones y frustraciones, días y madrugadas encerrados en una oficina. Y a pesar de eso, aprovechábamos los momentos libres para estar juntos. Esa complicidad que nadie más entendía es única e irrepetible. Vivimos excursiones, paseos, aventuras, noches, cine, risas y hasta un par de enfermedades y visitas al hospital. Lo que me tranquiliza es que la amistad sobrevive a cualquier distancia, me los llevo conmigo.

Búho posado en una palma
Mi departamento. ¿Qué tenía de especial? No mucho, era pequeño, caliente en verano, frío en invierno. Pero era mi espacio. En cierta forma representaba mi independencia, el vivir sola, con mis tiempos, mis reglas, mis decisiones. Cierto, la soledad a veces pesa, pero también se aprende a disfrutarla y yo lo hice al máximo. Además, la renta era económica, sin duda eso lo echaré de menos.

La naturaleza. Victoria es rica en expresiones de la naturaleza. No es sólo la Sierra Madre. Es el despertar con el sonido de las aves, ver una nube de colibríes en el jardín, los pájaros carpinteros dándome un buen susto cuando se les ocurría ir a "tocar" mi ventana una tarde cualquiera. No olvidaré la ocasión en que un búho me observó posado en una palma y las muchas veces que sonreí al ver nubes de mariposas amarillas atravesando la ciudad. El río San Marcos que atraviesa la ciudad, a veces seco, siempre contaminado por su propia gente, pero al fin y al cabo un río a mitad de la ciudad, con espacios muy agradables para disfrutar y apreciar.


Próximamente la Parte 2