1 feb 2011

Lo que extrañaré de Victoria, Tamaulipas (Parte 1)

Un día, mi trabajo en una agencia de publicidad me llevó a mudarme de la ciudad de Tampico, Tamaulipas a la capital del estado: Ciudad Victoria. Después de 6 años de trabajar y vivir allí, decidí hacer un cambio en mi vida que implicó renunciar a mi empleo y, por consecuencia, despedirme de esta ciudad. Como una manera de decir "adiós" definitivamente a esta parte de mi historia personal, decidí compartir las cosas que extrañaré de Victoria y también las que NO echaré de menos. Por lo pronto, aquí va la primera parte de lo que sí extrañaré:

Vista de la Sierra Madre Oriental
desde mi puerta.
La Sierra Madre Oriental. Allí estaba, detrás de mi puerta cada mañana, al salir de mi departamento. No hacía falta ir más lejos para disfrutar de la montaña, sentirla cerca y vigilante. La vi vestir un color verde vibrante, un rojo desértico en tiempos de sequía e incluso un poco de escarcha en la época invernal. Bella e imponente.

Los amigos. Mis años en Victoria me regalaron grandes amigos. Con muchos de ellos compartí satisfacciones y frustraciones, días y madrugadas encerrados en una oficina. Y a pesar de eso, aprovechábamos los momentos libres para estar juntos. Esa complicidad que nadie más entendía es única e irrepetible. Vivimos excursiones, paseos, aventuras, noches, cine, risas y hasta un par de enfermedades y visitas al hospital. Lo que me tranquiliza es que la amistad sobrevive a cualquier distancia, me los llevo conmigo.

Búho posado en una palma
Mi departamento. ¿Qué tenía de especial? No mucho, era pequeño, caliente en verano, frío en invierno. Pero era mi espacio. En cierta forma representaba mi independencia, el vivir sola, con mis tiempos, mis reglas, mis decisiones. Cierto, la soledad a veces pesa, pero también se aprende a disfrutarla y yo lo hice al máximo. Además, la renta era económica, sin duda eso lo echaré de menos.

La naturaleza. Victoria es rica en expresiones de la naturaleza. No es sólo la Sierra Madre. Es el despertar con el sonido de las aves, ver una nube de colibríes en el jardín, los pájaros carpinteros dándome un buen susto cuando se les ocurría ir a "tocar" mi ventana una tarde cualquiera. No olvidaré la ocasión en que un búho me observó posado en una palma y las muchas veces que sonreí al ver nubes de mariposas amarillas atravesando la ciudad. El río San Marcos que atraviesa la ciudad, a veces seco, siempre contaminado por su propia gente, pero al fin y al cabo un río a mitad de la ciudad, con espacios muy agradables para disfrutar y apreciar.


Próximamente la Parte 2

2 comentarios:

Pablo Violante dijo...

Oye y donde rentabas? digo para ver si me animo :D

Clauver dijo...

¡Hola Pablo! Rentaba en la zona centro, un lugarcito agradable pero se lo 'heredé' a una ex compañera del trabajo que ya está viviendo allí.

Publicar un comentario