25 mar 2011

El México luminoso y el México rojo

Todo es calma y tranquilidad. La bamba suena en el fondo mientras desayuno en un acogedor restaurante  y observo pasar a los turistas: sonrientes, felices, tostados por el implacable sol que brilla en lo alto.


Los extranjeros disfrutan, compran, comen, beben... el inglés parece ser el idioma oficial; los mexicanos les hacen plática para venderles algo, todo es amabilidad, cordialidad. Este es el México luminoso. El que parece tan lejano al otro: el de los asesinatos, el de la sangre, el de las balas y los "daños colaterales". 


¿Violencia? ¿Cuál violencia?
Y yo, que vengo de aquel México no sé cómo sentirme. Disfruto este rincón del país en el que todo es dicha, pero  no puedo evitar sentirme ajena a sus sonrisas. Yo tengo muy presentes a los muertos, a los inocentes que no disfrutan más del sol porque murieron por una bala -amiga o enemiga- ¿Quién, en medio del paraíso puede creer que exista tanto mal? ¿Tengo el derecho a decirles que no todos en el país son felices? ¿qué es lo que siento ante esta aparente paz? ¿envidia? ¿nostalgia?


No sé si mis preguntas encuentren respuesta, pero sí entendí porqué tantos mexicanos, no hablemos de los extranjeros, aún ven la violencia como algo lejano. Piensan que "es psicosis, la gente exagera", que "las cosas no están tan mal", que "no hagan tanto escándalo, nos da mala imagen"... y, aunque me alegra que sientan la violencia como algo lejano, veo cómo el círculo se cierra cada vez más ¿Habrá un lugar seguro mañana?


En el fondo de mi corazón deseo que sigan así, que nunca sepan lo que es vivir con miedo -medio vivir-. Espero que no sufran el México rojo y me pregunto ¿cuándo podremos todos experimentar este México luminoso?

(Escrito el sábado 19 de marzo en la 5a. Avenida, Playa del Carmen, Quintana Roo, México)

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