18 nov 2010

Palabras


Las palabras, las que elevan y hunden, las que brindan y quitan, las que alaban e insultan… tan pequeñas, tan poderosas. La fuerza de una palabra jamás debe subestimarse. Una sola puede empezar una guerra o dañar un alma por toda la eternidad, puede enamorar y convencer.

A veces nos abandonan. Tratamos de traerlas a nuestra mente, a nuestros labios… y no llegan. Mucho más difícil es ponerlas en un papel. Llegan y se van, se escapan y bailan ante nuestros ojos, indecisas, juguetonas.

Quisiera tener poder sobre ellas, desearía controlarlas y usarlas a mi favor. Sería fuerte, casi invencible si tuviera esa virtud. Pero no, no puedo hacerlo porque ellas son libres, se mueven de tal manera que nadie logra atarlas.

Algunas personas les agradan más, se acercan a ellas, las inspiran y les dejan expresar la belleza, la ilusión, la magia a través de su existencia. Pero es solo un préstamo, ellas nunca sacrificarían su libertad y su libre albedrío por formar parte de otro ser, jamás lo harían. Sólo nos brindan un atisbo de su inmortalidad a nosotros, simples seres humanos que no podemos más que soñar, reír, amar gracias a ellas.

1 comentarios:

Giac dijo...

Este me recordó el de Pablo Neruda que se llama "La palabra"
Siempre algo me hace sentir así.

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